"Te he dejado en el sillón las pinturas y una historia en blanco... No hay principio ni final, sólo lo que quieras ir contando...
Y al respirar, intenta ser quien ponga el aire que al inhalar te traiga el mundo de esta parte..."
Vetusta Morla - Al respirar

miércoles, 14 de octubre de 2009

Anorexia

¿Qué extraña relación lucrativa tiene Amancio Ortega con las clínicas de estética y los comerciantes de la ingravidez? Stradivarius, Madrid, octubre de 2009: una chica como yo, que ni soy tan grandota ni estoy tan gorda, no consigue entrar en unos vaqueros talla 38 cuando en su armario cuelgan varios de esta talla y de esta misma tienda. Y lo que es aún más asombroso: la tienda está repleta de vaqueros talla 32 y 34, no me entra en la cabeza qué clase de sílfides mantienen los ingresos de esta franquicia. Alienación, alienación, alienación. Me miro al espejo con los vaqueros a medio subir, me observo cuidadosamente, miro a mi alrededor ¡y no! ¡no seré una más que pase hambrunas voluntarias por entrar en un molde psicótico! Como dirían los de Extremoduro, ¡iros todos a tomar por culo! Prefiero gastarme el dinero en un curso de corte y confección que en aumentar los ingresos de este señor responsable de tanta ansiedad, depresión y muerte. Porque hago memoria cuando lanzo una estimación que no anda muy desencaminada: no creo que el porcentaje de chicas a partir de los 13 años que no sufra o haya sufrido un desorden alimentario supere el 5%... porque no todo es anorexia ni bulimia, porque las etiquetas del DSM meten en un cajón de sastre los Trastornos de Alimentación No Especificados, que sin ser de menor gravedad pasan inadvertidos para la sociedad. Y lo peor no es la etiqueta, es la infelicidad y frustración constante que conlleva toda esta manipulación mediática. Todo por dinero, como siempre. Pues doy fe de que peso 10 kilos más que hace 10 años, y me arriesgo a decir que además los tíos se giran más por la calle a mi paso que por aquellos tiempos, aunque el porqué de ésto no es difícil de inferir: simplemente, ya no me transparento.
Eva
Calle de la Chinchilla, entre Callao, Sol y Gran Vía

2 comentarios:

  1. Me ha parecido muy bueno tu texto, y apoyo lo que dices. Me parece patético hasta donde se llega por decir que entra en una '32', cuando si vas por la calle caminando con unos vaqueros nadie va a saber si es la 32, la 34,la 36 o la que sea. No hay más que ver muchos de los cuerpos que desfilan por las grandes pasarelas. Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Mi querida Eva, ojalá tu texto traspasara el mundo blogger y se escuchara en un reclamo unánime para todos aquellos inmiscuídos en la terrible discriminación de la que son víctimas muchas mujeres, en especial, por el hecho de un simple número: la talla...
    Te mando un abrazo desde México, y por lo menos acá, haré que tu grito tenga réplica y llegue a quienes deba llegar: a aquellas a quienes amamos.
    ¡Un beso!

    ResponderEliminar