(...)
Vieja Bilbao, antigua Plaza Nueva,
Barrencalle Barrena, soportales
junto al Nervión: mi villa despiadada
y beata. (La virgen de la Cueva
que llueva, llueva, llueva). Barrizales
del alma niña y tierna y destrozada.
Blas de Otero
Apuras la luz,
la bebes
a sorbos que
parecen
bocanadas.
Te estiras cual
lagarto,
descubres tu piel,
te inundas de sol
y de horizonte.
Dejas de nuevo
los molinos,
en su movimiento eterno,
cíclico,
inagotable.
Y miras adelante,
sintiendo el aquí,
el ahora,
la brevedad de los días,
la levedad del ser.
Eva
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