Aspaldiko...

Ella tenía el corazón congelado, gélido, abrasivo. Tanto lo era, tanto lo estaba, que consiguió llevar el frío al norte del norte, al epicentro del estado. Temblaba de hipotermia mientras la nieve le invadía, esa nieve tan extranjera como ella misma, esa nieve atópica que se refugiaba en improvisados clanes de feudos-paraguas. Caminaba cabizbaja, con el peso del miedo en su nuca, siguiendo el recorrido de los adoquines bilbaínos como si fuesen su última esperanza de seguir el camino de baldosas amarillas.

Recorrió la ciudad palmo a palmo. Se detuvo especialmente en aquellos lugares que inevitablemente no le recordaban otra cosa que el más puro dolor. Quizá nadie pueda llegar a imaginar nunca el alcance de las consecuencias. Quizá nadie se detenga habitualmente a medir el impacto de sus actos. Quizá nadie sea nadie. Quizá el mundo sea un asco. A pesar de los quizás, se detuvo concienzudamente y levantó la mirada. Le hizo frente al miedo, le fijó sus pupilas sin dilación, lo mejor que se puede hacer con su compañía. La mirada fue tan fulminante que a él no le quedó más remedio que imitar a las tortugas.
Volvió a levantar la cabeza, pues ella no tenía nada por lo que agacharla. Sus ojos recuperaron el brillo de manera tímida pero tenaz. Y así sus ojos como su mirada, y su perspectiva. La magia, esa magia, seguía ahí, allí donde estuviese receptiva a percibirla, allí donde la necesitara.
Y volvió a sonreír, por todos los poros de su cuerpo.
Aspaldiko, nire bidea.
Eva

A Carolina, Agurtzane, Sandra, Pablo, Diana, Betsi, Aintzane, Chema, Leti y Dani.
Mila esker bihotzez guztioi, eta laister arte

Imagen de Troche, extraída de su blog, http://portroche.blogspot.com

Maga - Piedraluna