Después de poco más de una semana en esta maravilla de ciudad, salgo de la excepción meteorológica en que conocí esta tierra, de paradisíacos 25 grados centígrados con alguno de esos encantadores zirimiris que me encandilan tanto. El verdadero Bilbo pasa bien por agua, y como aquí dicen, hoy no ha parado de "jarrear", la temperatura ha disminuido 10 grados intempestivamente, y al llegar a casa de mi primera clase seria de máster, mis vaqueros habían hecho un efecto esponja hasta la altura de mis fémures... Me hayo incubando mi primer resfriado euskaldun, ¿será un acontecimiento importante?
Despertando del chasco de lo que parecía la oportunidad sospechosamente ideal de mi nueva vida laboral, no se me caen los anillos y mis mañanas consisten en buscar nuevos sitios donde repartir mis curriculums, no puedo desesperar tan pronto, esto acaba de empezar, y una crisis económica mundial coincidente con mi final de licenciatura no va a poder conmigo (y esto lo escribo por si al releerlo consigue convencerme).La vida nunca ha sido fácil, y supongo que tampoco lo va a ser ahora para mí, pero yo soy más cabezota que cualquier desatino del destino.
Eva
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