Magia

Se distingue su figura presurosa mientras su vestido de flores conforma una dinámica de arcoiris en el vaivén de las prisas. Ella no es más que una prepúber, morena y menuda, sujetando una carpeta mareada en el trayecto. Su pelo ondea en consonancia con la carrera y sus ondulaciones, generando poesía y vitalidad en su movimiento. Él camina desganado, con la desidia que proporciona la rutina. Agacha la cabeza bajo su gorra azul, intentando hacerse el desentendido del mundo, tal y como habitualmente intentan los treceañeros. Quisiera mimetizarse con esa estrecha acera en su camino a casa, hasta que, de repente, una ráfaga de colores le despierta de su ensimismamiento. Alza la vista, esos ojos negros camuflados bajo su gorra, enigmáticos y desapercibidos. Y por un milisegundo sus miradas se cruzan. Magia es la palabra, inundada de curiosidad y erotismo. Ella sigue corriendo, él sigue su camino, sentidos opuestos como dos trenes con la misma dirección y origen inverso. Él se vuelve y la observa a hurtadillas en un movimiento rápido. Después ella, tímida e incauta a la vez, realiza la misma operación. Así hasta tres veces, mientras ambos buscan en amagos replicar ese momento mágico con intentos frustrados, él, ella, ella, él, magia, sentir, momentos desapercibidos para la mayoría, irrepetibles, únicos.
Eva