"Te he dejado en el sillón las pinturas y una historia en blanco... No hay principio ni final, sólo lo que quieras ir contando...
Y al respirar, intenta ser quien ponga el aire que al inhalar te traiga el mundo de esta parte..."
Vetusta Morla - Al respirar

jueves, 4 de noviembre de 2010

La comunicación perversa

"La violencia, aún cuando se oculte, se ahogue y no llegue a ser verbal, transpira a través de las insinuaciones, las reticencias y lo que se silencia. (...)
(...) El perverso no practica la comunicación directa porque "con los objetos no se habla". Cuando a un perverso se le pregunta algo directamente, elude la comunicación. Como no habla, impone una imagen de grandeza o de sabiduría. Penetramos así en un mundo en el que la comunicación verbal es escasa y en el que tan sólo se nos llama la atención con pequeños toques desestabilizadores.
El perverso no nombra nada, pero lo insinúa todo. Le basta con encogerse de hombros, o con suspirar. La víctima, por su parte, intenta comprender: "¿Qué le habré hecho? ¿Qué tendrá que reprocharme?". Como nada se habla claramente, lo reprochado puede ser cualquier cosa.

El agresor niega la existencia del reproche y la existencia del conflicto. Con ello, paraliza a la víctima, pues sería absurdo que ésta se defendiera de algo que no existe. El mismo hecho de negarse a nombrar lo que ocurre, a discutir, a encontrar conjuntamente soluciones, es lo que perpetra la agresión. (...) A la víctima se le niega el derecho a ser oída. Al perverso no le interesa su versión de los hechos, y se niega a escucharla.
(...)

El perverso no suele alzar la voz, ni siquiera en los intercambios más violentos, deja que el otro se irrite solo, lo cual no puede hacer otra cosa que desestabilizarlo.

(...)

Como sus declaraciones no responden a una relación lógica, pueden sostener a la vez varios discursos contradictorios.
También se abstiene de terminar sus frases. Los puntos suspensivos son una puerta abierta a todas las interpretaciones y a todo tipo de malentendidos.
(...)

Otro procedimiento verbal habitual en los perversos es el de utilizar un lenguaje técnico, abstracto y dogmático (...).
Este discurso frío y puramente teórico impide que el que escucha pueda pensar y, por lo tanto, reaccionar. El perverso, al hablar de una forma muy docta, da la impresión de saber, aunque esté diciendo cualquier nimiedad. Impresiona a su auditorio con una erudición superficial (...). Al perverso le importa más la forma que el contenido de su discurso (...).
(...)

En lugar de mentir directamente, el perverso prefiere utilizar un conjunto de insinuaciones y de silencios a fin de crear un malentendido que luego podrá explotar en beneficio propio.
En su tratado sobre el arte de la guerra, redactado en torno al siglo V antes de Cristo, el chino Sun Tse escribió: "El arte de la guerra es el arte del engaño; si adoptamos siempre una apariencia contraria a lo que somos, aumentamos nuestras oportunidades de victoria". Los mensajes incompletos o paradójicos son una prueba del miedo a la reacción del otro. Las cosas se dicen sin decirlas, esperando que el otro comprenda el mensaje sin tener que nombrarlo. Lo más frecuente es que estos mensajes sólo se puedan descifrar posteriormente.
(...) las técnicas indirectas desestabilizan y hacen que el interlocutor tenga dudas sobre la realidad de lo que acaba de ocurrir.

(...)

A los perversos les importa muy poco qué cosas son verdad y cuáles son mentira: lo único verdadero es lo que dicen en el instante presente.

(...)

En una agresión perversa, advertimos un intento de desquiciar a una persona y de hacerla dudar de sus propios pensamientos y afectos. La víctima pierde la noción de su propia identidad. No puede pensar ni comprender. El objetivo es negar su persona y paralizarla para que no pueda surgir un conflicto. Se la tiene que poder atacar sin perderla. Debe permanecer a disposición del perverso.

Una doble coacción lo permite: en el nivel verbal se dice una cosa, y en el nivel no verbal se expresa lo contrario. El discurso paradójico se compone de un mensaje explícito y de un mensaje sobreentendido. El agresor niega la existencia del segundo.

(...)

Al bloquear la comunicación mediante mensajes paradójicos, el perverso narcisista consigue que su víctima no entienda su propia situación y logra impedir que ésta pueda proporcionar respuestas adecuadas. La víctima se agota buscando soluciones, las cuales son de todas formas inadecuadas y, sea cual fuere su resistencia, es incapaz de evitar la emergencia de la angustia o de la depresión.

(...)

La violencia perversa se establece de una manera insidiosa y, a veces, bajo una máscara de dulzura o de benevolencia. La víctima no es consciente de que hay violencia y, a veces, puede llegar a pensar que ella es la que conduce el juego. El conflicto no es nunca un conflicto declarado. Si la violencia se puede ejercer de una forma subterránea, es porque se produce una verdadera distorsión de la relación entre el perverso y su víctima."


HIRIGOYEN, Marie-France
(1999) El acoso moral: El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Barcelona: Paidós

1 comentario:

  1. ¿Tú también acabas de ver "Casa de muñecas" de Henrik Ibsen?

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