Saint-Étienne se me revela soso y aburrido. Contraste descafeinado disfrazado de café crème, todo sabe a poco. No cesa en su presencia un peculiar zirimiri francés, melancólica humedad aislada, aburrimiento vestido de verde y gris.
Comienzo textualmente a echar en falta el trato humano corriente y común, parlotear con cualquier clase de individuo sobre la más absoluta nimiedad.
Y es que, a veces, la lluvia no es suficiente.
Comienzo textualmente a echar en falta el trato humano corriente y común, parlotear con cualquier clase de individuo sobre la más absoluta nimiedad.
Y es que, a veces, la lluvia no es suficiente.
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